Dos monjes y una mujer. Cómo soltar las emociones perturbadoras

noviembre 27, 2024

Erase una vez, dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso a su monasterio.
En su camino debían de cruzar un río, en el que se encontraron llorando una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo.

– ¿Qué sucede? – le preguntó el monje más anciano.

– Señor, mi madre se muere. Está sola en su casa, al otro lado del río y no puedo cruzar. Lo he intentado – siguió la mujer – pero me arrastra la corriente y nunca podré llegar al otro lado sin ayuda. Ya pensaba que no volvería a verla con vida, pero aparecisteis vosotros y  podéis ayudarme a cruzar…

– Ojalá pudiéramos ayudarte – se lamentó el más joven. Pero el único modo posible sería cargarte sobre nuestros hombros a través del río y nuestros votos de castidad nos prohíben todo contacto con el sexo opuesto. Lo lamento, créame.

– Yo también lo siento - dijo la mujer llorando desconsolada.

El monje más viejo se puso de rodillas, y dijo a la mujer: – Sube.

La mujer no podía creerlo, pero inmediatamente cogió su hatillo de ropa y montó sobre los hombros del monje. Monje y mujer cruzaron el río con bastante dificultad, seguido por el monje joven. Al llegar a la otra orilla, la mujer descendió y se acercó con la intención de besar las manos del anciano monje en señal de agradecimiento.

– Está bien, está bien- dijo el anciano retirando las manos. Por favor, sigue tu camino.

La mujer se inclinó con humildad y gratitud, tomó sus ropas y se apresuró por el camino del pueblo. Los monjes, sin decir palabra, continuaron su marcha al monasterio… aún tenían por delante diez horas de camino.
El monje joven estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro. Un monje zen no debía tocar una mujer y el anciano no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros.

Al llegar al monasterio, mientras entraban, el monje joven se giró hacia el otro y le dijo:

– Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de lo sucedido. Está prohibido.

– ¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -dijo el anciano

– ¿Ya te has olvidado? Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros – dijo aún más enojado.

El viejo monje se rió y luego le respondió: 

– Es cierto, yo la llevé. Pero la dejé en la orilla del río, muchas leguas atrás. Sin embargo, parece que tú todavía estás cargando con ella…


Cómo soltar las emociones perturbadoras

Los sentimientos negativos del joven monje, su ira y su enfado, permanecen mucho tiempo después del acontecimiento que lo ha enojado. Es incapaz de soltar su emoción destructiva y la culpa lo consuma.
El viejo maestro en cambio, vive el presente. Ha dejado atrás la mujer, su acción y es libre de carga emocional.

Son muchas las personas que viven como el joven monje, aferrándose a un pasado doloroso que son incapaces de soltar. El pasado se ha ido pero en el interior de estas personas siguen la pena y el lamento. Están atrapados en un incesante "runtuntun", viviendo una y otra vez la emoción negativa, alimentandola cada vez más. No pueden vivir en el momento presente como personas libres.

Imagina esto: alguien te hace un feo y tu reacciona enojandote. Empiezas a pensar en esta persona y en lo que te ha hecho, enojandote aún más. Llamas a una amiga para contárselo, luego te llama tu madre y también se lo cuenta, "me ha hecho esto", "ha dicho tal cosa sobre mi", "que cara dura tiene", etc. etc. Estás deseando que tu pareja vuelva a casa para ponerla al día del feo que te han hecho, y sigues hablando ininterruptamente del "por qué", "por como", "no sé qué y no sé cuánto". Vas a dormir con el enojo en la cabeza donde sigues dándole vuelta y vuelta. Por supuesto vas a dormir fatal y te despiertas aún peor. 

Has perdido un día entero corriendo detrás de esta emoción negativa, descuidando todo y todos porque tu cuerpo estaba allí pero tu mente estaba todo el rato con aquel alguien que te había hecho el feo. ¿Para qué?

No dejes que tu mente fabrique películas infinitas y deja de sufrir en tu imaginación. Vuelve al presente, libérate de tus pensamientos, reconéctate a tu respiración, inspira-expira, estás aquí.

A través de la respiración consciente puedes devolver la mente al ahora y darte cuenta que el dolor, la ira, el resentimiento, son imágenes ilusorias creada por tus pensamientos. En el presente estás a salvo porque sabes que los acontecimientos creados por estos engaños de la mente son ilusorios. 

Si practicas las meditación, la respiración consciente y la atención plena, serás capaz de observar y reconocer que estos fantasmas mentales no son reales y podrás liberarte de ellos y de la prisión a la que te tienen anclado.

El momento presente es lo único que tienes, haz del ahora el centro fundamental de tu vida y vivirás libre de sufrimiento. 

---

Para profundizar más, puede que te interese también:

Puedes ser feliz sólo cuando vives en el aquí y ahora

Respiración consciente

 Qué significa meditar

0 comments

Recibe nuevos posts

Surffulness