¡Que tengas un mal día!

marzo 11, 2019

No puedes evitar tener un mal día o que las cosas no vayan como esperas pero tienes la posibilidad de transformar cómo reaccionas a los problemas.


Hoy me he levantado con el pie izquierdo y una sensación de angustia. El tiempo no acompañaba. Nublado, de un gris tétrico, un viento molesto y una lluvia anticipando una tormenta inminente. ¡Alleluya! Las condiciones ideales para que las cosas fueran de mal en peor. Sin duda un mal día.

O no.

He evaluado dos posibles escenarios:

  1. Dejar que mi estado anímico ya de por sí endeble e indefenso cogiera el sobreviento y arruinara todas las demás horas del día;
  2. Reflexionar sobre mis emociones negativas y volver a tomar el control para alejarlas y transformarlas en algo productivo.

He elegido la segunda.

Como de costumbre en mi rutina diaria, después de un poco de ejercicio sanador y de escritura liberadora, he consultado uno de mis libros favoritos «El manual de Epicteto» (que puedes descargar de forma gratuita en pdf haciendo clic aquí) y he encontrado una frase que ha alumbrado mi día y mis oscuras emociones:

“No pidas que las cosas lleguen como tú las deseas, sino deséalas tal como lleguen, y prosperarás siempre”.

He meditado sobre estas palabras a la vez que cuestionaba el porqué de mi malhumor. ¡Bingo! Ya tenía la respuesta. Estaba luchando contra mi destino, enojada por las cosas que todavía no me habían llegado en vez de alegrarme por lo que ya tenía.


Transforma lo negativo en positivo, un mal día en uno bueno

Es absolutamente normal desear que nos pasen cosas buenas (esto me recuerda el libro de Marian Rojas «Cómo hacer que te pasen cosas buenas» cuya lectura recomiendo vivamente), lo malo es cuando estos deseos se ven frustrados porque no llegan en el momento en que los queremos.

¿Acaso sirve de algo quejarte, angustiarte y amargarte la vida por las cosas que todavía no han llegado? No. Todo llega en su momento justo y todo llega cuando más lo necesitas, solo hace falta esperar. Con esperanza e ilusión.

Lo que puedes hacer en este preciso instante es transformar lo negativo en positivo.

Por lo malo que sea tu día o la situación en la que te encuentras, siempre tienes la oportunidad de ser la mejor versión de ti misma, practicar la paciencia, la tolerancia y la resiliencia.

No puedes evitar que te pasen cosas desagradables o que las cosas no vayan como esperabas pero sí tienes a tu alcance la posibilidad de transformar cómo reaccionas a las adversidades.

Imagina que el coche te deja tirada o tu pareja te deja o pierdes el trabajo o una amiga se enfada contigo por una estupidez. ¿Como reaccionas?
Puedes enfadarte, llorar, desesperarte y caer en depresión o puedes intentar practicar la calma, el coraje, la humildad y la razón.

En el primer caso estás haciendo daño a ti misma, alimentas tu papel de victima y tu alma sufre.
En el segundo caso estás contribuyendo a forjar un carácter sólido, tu autoestima crece y tu corazón se alegra.


Los obstáculos te fortalecen

Los problemas vienen para enseñarte algo, para meterte a prueba y ayudarte a crecer. A cada obstaculo que encuentras tienes la oportunidad de ser más fuerte y mejor persona. ¡Por tu bien!

No te queda remedio. Las dificultades están allí, siempre. Todos los días, 365 días al año. Siempre habrá algo que se interpone en tu camino. La solución es ir afilando la espada antes de que empiece la batalla, o sea fortalecer el espíritu para que los momentos adversos te cogan preparada.

Decía Séneca:

No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.

Las adversidades están allí para meterte a prueba y ayudarte a crecer, para que puedas atravesar todos los obstáculos y seguir el camino hacia tu meta.

Imagina ser una Lara Croft en el juego de Tomb Rider, superando obstáculos, evitando trampas y luchando contra los enemigos. En cada nivel tienes que buscar el arma adecuado para ganar el combate y seguir avanzando.
No sabes lo que te va a pasar en el siguiente nivel pero allí sigues luchando y aprendiendo a usar armas distintas. Y cada nivel que superas eres un poquito más fuerte y más preparada a enfrentar nuevos desafíos.

¿Te imaginas ahora una Lara Croft que se sienta en un ángulo llorando porque no sabe como saltar sobre un puente giratorio?

Los obstáculos sirven para que puedas reforzar tus virtudes, mostrar paciencia, usar la razón, alimentar el ingenio y la creatividad.


Te deseo un mal día para que aprendas a ser más fuerte

Tener un mal día es útil, mucho más útil que un día bueno, porque te obliga a pararte a pensar lo que está pasando.

Si es algo fuera de tu control, o sea un problema sin solución, entonces lo único que puedes hacer es aceptarlo con paciencia.

Si es algo que puedes controlar, o sea un problema que tiene solución, entonces tienes la obligación moral hacia ti misma de hacer algo al respecto.

¿Que característica tiene este problema? ¿Es malo en sí o es malo como tu lo percibes y son malas las emociones que despierta?

En la mayoría de los casos el problema no es malo en sí, son malas las reacciones que tienes antes el problema y por esto sufres y te angustias.

La mayoría de tus problemas son fruto de deseos incumplidos, expectativas, miedos, sentimientos de inferioridad y baja autoestima.

Un mal día te sirve para reflexionar sobre estas reacciones y tomar acción para transformarlas en algo más beneficioso y productivo para ti.

Para esto hace falta cambiar la percepción de lo que te pasa, darle la vuelta al problema y tomar una perspectiva objetiva, libre de juicios y prejuicios.

Tomar una posición alejada, como si fuera un observador externo, te ayudará a ver las cosas de otra forma. Entonces te darás cuenta que tus pensamientos te han hecho pasar una mala jugada.

La buena noticia es que puedes cambiar la suerte del juego a tu favor. Se trata de darle un poco de color a una situación negra para que se transforme en algo beneficioso para ti, para que te puedas sentir mejor y puedas pensar con claridad.


Aprovecha el mal día

Mirar el lado positivo de las cosas o por lo menos intentarlo para sacarles la máxima utilidad es aprovechar un mal día.

¿Es fácil todo esto? Para nada. Pero puedes entrenar para que cada vez sea más fácil.

La primera vez que te montaste en una bici de chiquitita no fue fácil. Seguro que tuviste miedo y caíste y te levantaste mil veces. Así es la vida. Hay que entrenar y tener voluntad y resiliencia.

Solo tu puedes decidir si caerte y quedarte en el suelo o volver a levantarte e intentarlo otra vez.

Un mal día viene a enseñar más cosas que un día bueno.

Cuando llega un mal día, saca todo tu arsenal para convertirlo en una pista de aprendizaje. Saldrás más fuerte, más determinada y más audaz a la hora de tomar acción y superar los obstáculos mentales, físicos, emocionales que se interponen en tu camino.

Acepta lo que te llega cada día y haz buen uso de lo que te ofrece.

 

¡Que tengas un mal día!

 

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